Código/Referencia: 89402
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La Chirimoya (Annona cherimola) es un árbol originario de las laderas subtropicales de la cordillera andina, desde Perú y Colombia hasta Ecuador. Desde su origen, este frutal se distribuyó por diversas regiones de Sudamérica, y los colonizadores españoles llevaron sus semillas al Lejano Oriente. Hoy, en la costa sur Mediterránea de la Península Ibérica, prosperan alrededor de 2800 hectáreas de este delicioso frutal.
Este árbol, pequeño y erecto, puede alcanzar hasta 7,5 metros de altura en su plena madurez. Las hojas son ovadas o ovadas-lanceoladas, con un tamaño de 10-25 cm de largo, lisas en el haz y cubiertas de una suave pubescencia aterciopelada en el envés. Las flores se presentan solitarias o en pequeños grupos de dos o tres, con un color café cobrizo o amarillento y un tamaño de 2,5 cm de longitud.
El fruto de la chirimoya tiene una forma cónica o acorazonada, con una piel blanda de color verde claro que se oscurece a medida que madura. Su superficie presenta unas depresiones en forma de escamas, lo que le da un aspecto reticulado. La pulpa es blanca, cremosa y suave, con un sabor delicioso y ligeramente ácido. Las semillas son de unos 1 cm de largo, de color café a negro, y pueden estar envueltas en una especie de camisa, dependiendo de la variedad.
La chirimoya se desarrolla mejor en regiones libres de heladas con un clima subtropical, y para obtener frutos de calidad, requiere un aporte adecuado de agua, especialmente en la zona sur de la Península Ibérica. Aunque este árbol se adapta bien a cualquier tipo de suelo, prefiere aquellos con buen drenaje, como los suelos francos, que favorecen un buen desarrollo.